miércoles, 22 de mayo de 2013

Saliendo de la zona de confort. El Zen, Carl Rogers y el Eneagrama (2ª parte)


En el artículo anterior, la zona de confort desde una mirada sistémica,   comenté el concepto de zona de confort desde una perspectiva individual y también desde un planteamiento sistémico. Muchos autores hablan de la zona de confort, y de la importancia que supone para el aprendizaje salirse de ella; normalmente mencionan que lo que nos mantiene aferrados a nuestra zona de confort son nuestros prejuicios e ideas fijas. En este artículo intentaré ir más allá y ampliar tanto las razones que nos mantiene  en ella como los remedios de que disponemos para vivir la vida con entrega y confianza.

Para conseguir salir de nuestra zona de confort y mirar la realidad de cara, voy a conectar en un mapa común tres modelos: el Zen, que es una Escuela Budista de mucho arraigo en Occidente, la "terapia centrada en la persona" de Carl Rogers y el Eneagrama, que como sabe el lector es un poderoso mapa de desarrollo, con raíces  místicas y orientales.


Según el Zen, todos padecemos en cualquier momento tres formas de enturbiamiento de la conciencia, que son el Lobha, Dosa y Moha. Lobha tiene que ver con la codicia, con el apego a cosas de las que nos da angustia separarnos; el Lobha se refiere específicamente a aferrarse y tratar de incorporar al otro, sin espacio ni independencia. Dosa tiene que ver con la aversión, con el odio, con sentirse separado o alienado de ciertas cosas o personas; la persona con una mente Dosa aparta las cosas, las rechaza y no desea comprenderlas. Finalmente, Moha tiene que ver con estar sometido a ideas fijas o prejuicios que paralizan nuestra mejor naturaleza;  la mente de Moha es la de la mentira, la confusión y el engaño.

Estas formas de enturbiamiento de la conciencia son las que nos mantienen aferrados a nuestra zona de confort. Así pues nos construimos una identidad en base a lo que tenemos y hacemos, no buscando lo que somos; de esta forma caemos en el Lobha. Al no vernos a nosotros mismos, tampoco somos capaces de ver al otro. De esta forma nos encontramos alienados, como separados de la vida (Dosa), lo que también nos mantiene en nuestra zona de confort  Finalmente, nuestros juicios e ideas fijas,nos mantienen aferrados a lo que conocemos, en donde trampeamos para evitar el cambio (Moha).
Carl Rogers sostenía que había tres condiciones necesarias y suficientes” para el cambio, que son la empatía, el respeto y la coherencia o autenticidad. Esto no sólo se aplica al cliente, sino también al terapeuta/coach que ha de saber moverse con estas cualidades. Según el trabajo de Campbell Purton, autor del libro "Person-centred Therapy", cada una de estas “condiciones” se corresponde con el remedio para las tres formas de enturbiamiento de la conciencia desde la perspectiva ZEN: el respeto incondicional es el remedio para el Lobha, que se aferra y ahogala empatía, es el remedio para el Dosa,  al proporcionar una comprensión profunda de lo que es otro, superando de esta forma la aversión finalmente la coherencia es el remedio para el Moha, la persona coherente no se aferra a concepciones fijas sino que fluye de un momento a otro, “siendo su organismo”, como expresa Rogers.
Este modelo recuerda al sistema del Eneagrama. Según este modelo, las personas adolecemos de tres patologías principales, que son el miedo, la vanidad y el olvido de sí

Como yo lo veo, el miedo se corresponde con Moha; la persona miedosa se paraliza en su hacer y no fluye con la vida, quedando apegada a sus juicios e ideas fijas. Según el Eneagrama, el miedo se combate con el coraje y según el Zen, Moha se combate con la sabiduría que consiste en orientarse hacia la realidad, afirmarla y comprenderla; según el enfoque occidental, sería la coherencia: un fluir  con la vida, como un organismo vivo.
Podemos considerar los vicios o patologías fundamentales que afectan a la sociedad patriarcal: el autoritarismo, reflejo colectivo del miedo; el conformismo, eco colectivo de lo que es la inercia psicoespiritual en el individuo, y el espíritu mercantil, que podemos entender como complicación social de la mercantilización o prostitución de la vida, que a su vez es parte de la vanidad.  C. Naranjo

La vanidad según creo se corresponde con Lobha; la persona vanidosa construye una imagen de sí mismo con la que se identifica y se suele quedar “pegado” con las cosas a las que se aferra para construir su identidad. Según el Eneagrama, la vanidad se combate con la sinceridad emocional y según el Zen, Lobha se combate con el amor entendido este como el deseo de que las cosas buenas sobrevengan a otras personas, luchando de esta forma contra la codicia que no es otra cosa que el deseo de reservarse las cosas buenas; según el enfoque occidental, sería respeto incondicional. Es como un deshacerse de la identidad propia y ser para el otro, sin estipulación ni limitación.
El olvido de sí del punto 9 del Eneagrama, desde mi punto de vista, se corresponde con Dosa. Esta pasión la llamaban los antiguos “Asidia”, para dar a entender que significaba una “pereza psicoespiritual”, un olvidarse de nuestra parte divina, una falta de conexión. Según el Eneagrama, la Asidia se combate con la “Acción esencial”, que es una acción que proviene de dentro. Según el Zen, Dosa se combate con la misericordia, que es el deseo de que otros se vean aliviados del sufrimiento y según el enfoque occidental, con la empatía, que proporciona como ya he mencionado, una comprensión profunda del otro.
Así pues, al juntar estos tres mapas vemos peculiaridades y matices que por sí mismos no son capaces de mostrar. El Zen, al igual que el Eneagrama y la "terapia centrada en la persona"de Rogers, son modelos cuya comprensión profunda solo surge después de un aprendizaje experiencialEs complicado entender estos conceptos sólo con palabrasSin conexión experiencial, las palabras carecen de significado y se disuelven como azucarillos sin aportar otro sentido que el que el lector les quiera dar dentro de su zona de confort. 
En todo caso, resulta significativo este enfoque para lidiar con la incertidumbre y con nuestra zona de confort. El Eneagrama nos dice que las personas tenemos una pasión dominante pero desde la perspectiva del Zen, ninguno de los tres antídotos funciona en ausencia de los otros dos. No sirve de mucho, por ejemplo, desear que al otro le pasen las cosas buenas en la vida (respeto incondicional) si aún no he sido capaz de alcanzar una comprensión profunda del otro (empatía), o si mis ideas previas condicionan mis juicios (coherencia). Llevándolo al terreno del Eneagrama, podríamos decir que no tendría mucho sentido ser sincero emocionalmente si estoy anclado en el miedo; o si no soy capaz de contactar con mis deseos más profundos.
También tenemos – al integrar tres modelos en uno - un mapa más amplio que nos permite vivir los matices; por ejemplo, que la vanidad (en el Eneagrama son de alguna forma vanidosos el eneatipo 2, el 3 y el 4) se combate con una ausencia de codicia y con desearle que le pasen cosas buenas al otro. Que el miedo (el lado izquierdo del Eneagrama: 7, 6, 5) se combate fluyendo con la vida sin aferrarse a ideas fijas. Igualmente, que la Asidia (la parte superior del Eneagrama: 8, 9, 1) se combate con la empatía para así ir disolviendo el odio. Estos matices dan muchas pistas al coach integrativo para aplicar un enfoque en soluciones.

Ya cerrando, para conseguir salir de nuestra zona de confort, necesitamos desarrollar estos tres antídotos, ya sea desde la perspectiva del Zen, del Eneagrama, o de la terapia centrada en la persona de Rogers.


Referencias:
El eneagrama de la sociedad. Males del mundo, males del alma, Claudio Naranjo.
Terapia Zen, David Brazier.
Person-centred Therapy: The Focusing-Oriented Approach, Campbell Purton
Psicoterapia centrada en el cliente, Carl Rogers.
El proceso de convertirse en persona, Carl Rogers.
El coach como chamán, Antonio Díaz Deus

Primera parte del artículo:


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